Solemos asociar crisis a fracaso. Y la verdad es que desafortunadamente mucha gente se está yendo a dormir cada día con sensación de fracaso.
El fracaso y el éxito son dos conceptos relativamente relativos.
En general muchas veces depende de la perspectiva.
A mí me gusta recordar la historia de Andersen Consulting. Andersen Consulting era una consultora que se había independizado de Arthur Andersen (la más grande auditora del mundo).
En el año 2001, Arthur Andersen (a través de Andersen Worldwide) obligó a Andersen Consulting a abandonar el nombre Andersen. Querían que sus hermanos pobres no utilizaran su “buen nombre”Muchos socios abandonaron el barco porque asumían que la marca Andersen era lo más importante. Los que quedaron se dejaron un porrón de dinero para pasar a llamarse Accenture. Parte de ese dinero lo puso Arthur Andersen.
Eso fue en el 2001. En el 2002 estalla el caso Enron, y Arthur Andersen es obligada a desaparecer por complicidad. La ballena grande se la comieron los tiburones pequños en un abrir y cerrar de ojos. Daba igual que 3 años después la justicia dijera que no era necesario disolver Andersen: los “arturos” ya formaban parte de la historia que nadie quería nombrar. Accenture sobrevivió… Muy probablemente debido a que un año antes… sólo un año antes… tuvieron que ver como el tunel se les ponía muy muy negro.
Me gustó mucho ver esta conversación sobre el fracaso en Libertaddigital.tv
Sobretodo cuando Gabriel Albiac dice (alrededor del minuto 12) algo así como “el cristianismo nace de un gran fracaso: Del fracaso metafísico. Todo un Dios fracasando”
Los que han pasado por aquí han opinado